miércoles, 27 de marzo de 2013

Puskás



(Ferenc Purczfeld, Budapest, Hungría 1927)

Su verdadero apellido, Purczfeld -de origen alemán-, lo cambió tras la Segunda Guerra Mundial por el de Puskás, que en húngaro significa “escopeta”.

Ferenc era hijo de un futbolista de cierta fama en Hungría y fue su propio padre el que le inculcó el amor por el fútbol. Como muchos chicos de origen modesto, Puskás empezó a patear pelotas hechas en base a papel de periódico o trapos, aunque pronto se revelaría que lo suyo era más que un simple pasatiempo. A la edad de tres años brindó un espectáculo de destrezas con su pierna izquierda en el descanso de un partido de liga, siendo premiado con una ovación y una lluvia de caramelos por parte del graderío.

Comenzó a jugar en las categorías inferiores del club Kispest a los diez años. Seis más tarde y, después del obligado paso como recogepelotas, le llegó el debut en la Primera División con el mismo club y bajo las órdenes de un técnico muy conocido por él: su padre.

Jugó entre 1943 y 1949 en el Kispest y siguió allí aunque bajo la denominación de Budapest Honved F.C., convertido en el equipo del ejército húngaro. Con su “nuevo” equipo ganó cinco títulos de liga (1950, 1952, 1954, 1955 y 1956) siendo goleador nacional en tres ocasiones, debiendo sumarse una de cuando el equipo tenía su antigua denominación.

Su vida cambió a finales de 1956. Ya había alcanzado el grado de Teniente Coronel cuando el 22 de octubre estalló la “Revolución Húngara” (contra la URSS). En aquella época, estaba prevista la ida de los octavos de final de la recién creada Copa de Campeones de Europa ante el Athletic de Bilbao, pero ante la gravedad de la situación, la UEFA dispuso que se invirtieran los encuentros. Finalmente (Puskás y los suyos no querían saber nada de volver a su tierra), el partido de vuelta se disputó en Bruselas. El pase del equipo español (3-2; 3-3) supuso el fin del glorioso Honved. 

Los jugadores que habían decidido desertar de su ejército se dedicaron a recorrer Europa y Sudamérica en una gira que les servía para recaudar fondos y no perder la forma física, ya que la FIFA les impuso una sanción de dos años de inhabilitación para jugar. Juzgado en su país, Puskás fue declarado traidor a la patria por el régimen comunista y no volvió a pisar Budapest hasta dos décadas después.

Atrás quedaron sus 358 goles en 349 partidos de la liga húngara. Con casi 30 años, más de uno pensó que ese era el final de su carrera, pero en agosto de 1958 –casi dos años después de su último partido oficial- volvería a ser portada de los diarios deportivos: Santiago Bernabéu, Presidente del Real Madrid, lo fichó para el equipo que era tricampeón de Europa, a pesar de la resistencia de José Samitier (Secretario blanco) y “Yiyo” Carniglia, entrenador del equipo, quienes veían en él a un futbolista acabado.

En el Real Madrid inició una etapa llena de gloria que acabaría en 1966, ganando los siguientes títulos: tres Copas de Europa (58/59, 59/60 y 65/66), cinco ligas españolas consecutivas (desde la de 1960/61 hasta la de 1964/65), una actual Copa del Rey (61/62) y la Intercontinental de 1960. A nivel individual, se consagró como máximo goleador en cuatro ocasiones, totalizando 154 goles en 180 partidos ligueros con el club “merengue”. Un paternal Bernabéu llegó a decirle: “Escucha hijo mío, jugarás en el club hasta que tú tengas ganas”.

Con su selección debutó en 1945, alcanzando una brillante carrera con los “Magiares mágicos” con los que consiguió 83 goles en 84 partidos. Cabe destacar su participación en los JJOO de 1952 y en la Copa del Mundo de 1954. Su último partido con la selección fue el 14 de octubre de 1956 (menos de un mes antes del acontecimiento que cambiaría su vida), para entonces la selección húngara se había ganado un hueco en la historia del fútbol. Entre 1943 y 1956 los húngaros estuvieron invictos en su tierra, siendo una selección muy respetada que llegó a ser considerada la mejor del mundo, sin embargo, después de 32 partidos sin derrotas, ésta le llegó en la final del Mundial de Suiza.

Entre las proezas de la selección de Ferenc, cabe destacar que fueron el primer conjunto que derrotó a la Unión Soviética en calidad de visitante. En la cita olímpica del 52 se alzaron con la medalla de oro, tras vencer en la final a Yugoslavia (con un gol de Puskás). Y el año siguiente, en diciembre de 1953, llegaría el recordado partido de Wembley ante los ingleses: los locales habían hecho del famoso estadio una fortaleza inexpugnable, pero la selección capitaneada por Ferenc venció por 3-6, convirtiéndose en el primer equipo no-británico en ganar allí. Los ingleses, dolidos por la derrota, pidieron revancha… lamentablemente para ellos. En 1954 jugaron en Budapest y los magiares le asestaron la peor derrota de su historia a los británicos, 7-1.

En el Mundial de 1954, el premio a la brillantez de su juego no llegó y cedieron en la final ante una dura Alemania, de la que se llegó a sospechar que jugó dopada. Este fantástico grupo de jugadores liderado por Puskás no pudo quitarse la espina en el Mundial de 1958 en Suecia, debido a los acontecimientos de 1956 que cambiarían sus vidas, pero Ferenc –ya con 35 años y nacionalizado español- , si acudió a la máxima cita futbolística de 1962. Pero con Di Stéfano lesionado poco pudieron hacer él y los españoles para evitar la eliminación en la primera ronda, en un grupo compartido con Brasil, Checoslovaquia (ambos disputaron la final) y México.

Una vez colgados los botines, probó fortuna en el mundo de los negocios, pero las salchichas vienesas que introdujo en España no fueron rentables y Puskás volvió a los orígenes. Como director técnico, se convirtió en un trotamundos y, además de dirigir a los españoles Alavés y Murcia, pasó por lugares tan recónditos como EEUU (San Francisco Golden Gate Gales), Canadá (Vancouver Royals), Grecia (Panathinaikos y AEK), Chile  (Colo-Colo), Egipto (Al-Masry), Paraguay (Cerro Porteño y Sol de América), Australia (South Melbourne) y Arabia Saudí, país en el que se hizo cargo de la selección nacional.

Ferenc Puskás falleció el 17 de noviembre de 2006, después de una larga enfermedad.

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