Puskás
(Ferenc Purczfeld, Budapest, Hungría 1927)
Su
verdadero apellido, Purczfeld -de origen alemán-, lo cambió tras la
Segunda Guerra Mundial por el de Puskás, que en húngaro significa
“escopeta”.
Ferenc
era hijo de un futbolista de cierta fama en Hungría y fue su propio
padre el que le inculcó el amor por el fútbol. Como muchos chicos de
origen modesto, Puskás empezó a patear pelotas hechas en base a papel de
periódico o trapos, aunque pronto se revelaría que lo suyo era más que
un simple pasatiempo. A la edad de tres años brindó un espectáculo de
destrezas con su pierna izquierda en el descanso de un partido de liga,
siendo premiado con una ovación y una lluvia de caramelos por parte del
graderío.
Comenzó
a jugar en las categorías inferiores del club Kispest a los diez años.
Seis más tarde y, después del obligado paso como recogepelotas, le llegó
el debut en la Primera División con el mismo club y bajo las órdenes de
un técnico muy conocido por él: su padre.
Jugó
entre 1943 y 1949 en el Kispest y siguió allí aunque bajo la
denominación de Budapest Honved F.C., convertido en el equipo del
ejército húngaro. Con su “nuevo” equipo ganó cinco títulos de liga
(1950, 1952, 1954, 1955 y 1956) siendo goleador nacional en tres
ocasiones, debiendo sumarse una de cuando el equipo tenía su antigua
denominación.
Su
vida cambió a finales de 1956. Ya había alcanzado el grado de Teniente
Coronel cuando el 22 de octubre estalló la “Revolución Húngara” (contra
la URSS). En aquella época, estaba prevista la ida de los octavos de
final de la recién creada Copa de Campeones de Europa ante el Athletic
de Bilbao, pero ante la gravedad de la situación, la UEFA dispuso que se
invirtieran los encuentros. Finalmente (Puskás y los suyos no querían
saber nada de volver a su tierra), el partido de vuelta se disputó en
Bruselas. El pase del equipo español (3-2; 3-3) supuso el fin del
glorioso Honved.
Los
jugadores que habían decidido desertar de su ejército se dedicaron a
recorrer Europa y Sudamérica en una gira que les servía para recaudar
fondos y no perder la forma física, ya que la FIFA les impuso una
sanción de dos años de inhabilitación para jugar. Juzgado en su país,
Puskás fue declarado traidor a la patria por el régimen comunista y no
volvió a pisar Budapest hasta dos décadas después.
Atrás
quedaron sus 358 goles en 349 partidos de la liga húngara. Con casi 30
años, más de uno pensó que ese era el final de su carrera, pero en
agosto de 1958 –casi dos años después de su último partido oficial-
volvería a ser portada de los diarios deportivos: Santiago Bernabéu,
Presidente del Real Madrid, lo fichó para el equipo que era tricampeón
de Europa, a pesar de la resistencia de José Samitier (Secretario
blanco) y “Yiyo” Carniglia, entrenador del equipo, quienes veían en él a
un futbolista acabado.
En
el Real Madrid inició una etapa llena de gloria que acabaría en 1966,
ganando los siguientes títulos: tres Copas de Europa (58/59, 59/60 y
65/66), cinco ligas españolas consecutivas (desde la de 1960/61 hasta la
de 1964/65), una actual Copa del Rey (61/62) y la Intercontinental de
1960. A nivel individual, se consagró como máximo goleador en cuatro
ocasiones, totalizando 154 goles en 180 partidos ligueros con el club
“merengue”. Un paternal Bernabéu llegó a decirle: “Escucha hijo mío, jugarás en el club hasta que tú tengas ganas”.
Con
su selección debutó en 1945, alcanzando una brillante carrera con los
“Magiares mágicos” con los que consiguió 83 goles en 84 partidos. Cabe
destacar su participación en los JJOO de 1952 y en la Copa del Mundo de
1954. Su último partido con la selección fue el 14 de octubre de 1956
(menos de un mes antes del acontecimiento que cambiaría su vida), para
entonces la selección húngara se había ganado un hueco en la historia
del fútbol. Entre 1943 y 1956 los húngaros estuvieron invictos en su
tierra, siendo una selección muy respetada que llegó a ser considerada
la mejor del mundo, sin embargo, después de 32 partidos sin derrotas,
ésta le llegó en la final del Mundial de Suiza.
Entre
las proezas de la selección de Ferenc, cabe destacar que fueron el
primer conjunto que derrotó a la Unión Soviética en calidad de
visitante. En la cita olímpica del 52 se alzaron con la medalla de oro,
tras vencer en la final a Yugoslavia (con un gol de Puskás). Y el año
siguiente, en diciembre de 1953, llegaría el recordado partido de
Wembley ante los ingleses: los locales habían hecho del famoso estadio
una fortaleza inexpugnable, pero la selección capitaneada por Ferenc
venció por 3-6, convirtiéndose en el primer equipo no-británico en ganar
allí. Los ingleses, dolidos por la derrota, pidieron revancha…
lamentablemente para ellos. En 1954 jugaron en Budapest y los magiares
le asestaron la peor derrota de su historia a los británicos, 7-1.
En
el Mundial de 1954, el premio a la brillantez de su juego no llegó y
cedieron en la final ante una dura Alemania, de la que se llegó a
sospechar que jugó dopada. Este fantástico grupo de jugadores liderado
por Puskás no pudo quitarse la espina en el Mundial de 1958 en Suecia,
debido a los acontecimientos de 1956 que cambiarían sus vidas, pero
Ferenc –ya con 35 años y nacionalizado español- , si acudió a la máxima
cita futbolística de 1962. Pero con Di Stéfano lesionado poco pudieron
hacer él y los españoles para evitar la eliminación en la primera ronda,
en un grupo compartido con Brasil, Checoslovaquia (ambos disputaron la
final) y México.
Una vez colgados los botines, probó fortuna en el mundo de los negocios, pero las salchichas vienesas que introdujo en España no fueron rentables y Puskás volvió a los orígenes. Como director técnico, se convirtió en un trotamundos y, además de dirigir a los españoles Alavés y Murcia, pasó por lugares tan recónditos como EEUU (San Francisco Golden Gate Gales), Canadá (Vancouver Royals), Grecia (Panathinaikos y AEK), Chile (Colo-Colo), Egipto (Al-Masry), Paraguay (Cerro Porteño y Sol de América), Australia (South Melbourne) y Arabia Saudí, país en el que se hizo cargo de la selección nacional.
Ferenc Puskás falleció el 17 de noviembre de 2006, después de una larga enfermedad.
El mejor
futbolista de todos los tiempos, en opinión de muchos, fue rechazado por los
principales clubes de fútbol brasileños en los comienzos de su carrera
deportiva, hasta que, tras jugar en varias formaciones secundarias, en 1956,
fichó por el Santos. A lo largo de su dilatada carrera deportiva, Pelé obtuvo
con este mismo club diversas Copas de América y, en 1962, el primer Campeonato
Mundial de clubes. La Perla Negra –uno
de los apelativos que recibió- era un jugador de corpulencia media que
conjugaba una gran habilidad técnica, un poderoso disparo con ambas piernas y
una inusitada capacidad de anticipación.
Pelé
debutó en la selección brasileña con tan solo diecisiete años y, ya entonces,
su contribución a la magia del juego carioca fue clave para la obtención del título
mundial en 1958. La selección de Pelé logró tres Copas del Mundo (1958, 1962 y
1970), lo que valió al combinado brasileño la adjudicación en propiedad del
primer trofeo instituido, la llamada copa Jules Rimet.
Tras obtener todos los títulos posibles y haber contabilizado más de mil goles marcados en partidos oficiales, anunció su retirada del deporte activo en 1974. Sin embargo, Pelé (cuyo seudónimo carece aparentemente de significación alguna) fichó por el Cosmos de Nueva York, equipo constituido por un conjunto de grandes figuras del fútbol a fin de promocionar este deporte en Estados Unidos.
Tras retirarse definitivamente en 1977, O Rey recibió numerosos galardones y reconocimientos, tales como el Premio Internacional de la Paz (1978) o el de Atleta del Siglo (1980). Aureolado por una fama sin fronteras y, habiéndose convertido en el deportista mejor pagado hasta el momento, Pelé inició una carrera relativamente exitosa en el cine, como actor, y en la música, como compositor de varias piezas, entre las que se incluye la banda sonora completa de la película de carácter biográfico Pelé (1977). Pelé continuó también ejerciendo una importante influencia en el mundo del fútbol desde los despachos, y en 1995 fue nombrado ministro de Deportes en Brasil, cargo desde el cual impulsó la llamada Ley Pelé con la cual pretendía modificar la legislación en materia de contratos deportivos entre clubes y jugadores.
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